Sobre hacer cosas

Sobre hacer cosas

Es fácil ponerse ansioso solo por deslizar el feed. Demasiado ruido. Demasiada gente mostrando avances y logros. Parece que todos van rápido y que tú solo miras.

Complejidad

Gran parte del miedo nace de la complejidad. De lejos, lo complejo asusta: ecuaciones en un paper, código, el setup de alguien, su trabajo. El cerebro se apaga y dice “nunca llegaré ahí”. Pero cuando das el primer paso y empiezas, rara vez es tan complicado. Solo parecía complicado.

“Un idiota admira la complejidad, un genio admira la simplicidad, y un físico intenta hacerla simple. Para un idiota, cuanto más complicado es algo, más lo admirará. Si haces algo tan enredado que no puede entenderlo, pensará que eres un dios porque lo hiciste tan complicado que nadie puede entenderlo. Así escriben en los journals académicos: lo hacen tan complicado que la gente cree que eres un genio.”

— Terry Davis

Me gusta esta cita, Terry Davis es uno de esos genios locos modernos. A veces eres tú, por falta de conocimiento, quien convierte algo en imposible. A veces son otros quienes lo hacen tan complejo que parecen inteligentes.

La verdad silenciosa: la mayoría no hace realmente cosas. El listón está más bajo de lo que parece, en casi cualquier campo. Lo que luce imposible casi siempre es empezar y no quedarse en la fase del miedo.

Empezar

Funciona empezar pequeño, sin sobrepensar el proceso. Elige un libro y lee lo justo para entender lo básico, y detente antes de perderte en teoría infinita. No se trata de acabar el libro, se trata de llegar al punto en que puedes probar algo. Ahí todo empieza a encajar.

Si todavía no tienes claro qué proyecto quieres, está bien. Forma parte del proceso. Lo sabrás cuando hayas acumulado lo suficiente.

Cuando no arranca

Si aún no puedes empezar, puede que no sea motivación. A veces es tu entorno o tu estado mental. Quedarte demasiado en el mismo lugar, con las mismas cosas, pudre un poco el cerebro. Todo se vuelve plano y repetitivo, como si el tiempo no avanzara. He visto a muchos intentar salir de ese círculo con journaling, pastillas, libros “inspiradores”… un año después siguen igual.

Cambiar el entorno ayuda: ordena tu cuarto, abre las ventanas, cambia la luz, tira lo que no sirve. Haz del lugar un sitio donde sea posible trabajar. Añade algo agradable, algo que te invite a sentarte. Sal más, camina, escucha música, deja vagar la mente. A veces las ideas llegan cuando dejas de forzarlas.

También hay que cuestionar la dirección: si al tú niño le enorgullecería hacia dónde vas. Duele un poco, pero te devuelve a lo que importaba antes del ruido.

Si nada cambia, quizá el problema es más hondo: agotamiento, depresión, burnout, o llevar demasiado tiempo atascado. En ese caso, lo mejor es apartar la vista. Viaja si puedes o vete unos días. Un cambio pequeño rompe el bucle. No olvides que el cerebro te engaña. Haz cosas. Vemos a perdedores lograrlo cada día.