Repensando el Orden de la Vida: ¿Y si Nos Han Vendido la Prioridad Equivocada?

Una reflexión personal
Últimamente no dejo de preguntarme si el orden de prioridades que nos venden hoy en día es realmente el correcto. Seguro tú también lo has escuchado hasta el cansancio: primero hay que viajar, estudiar, vivir la juventud, descubrirte a ti mismo y lograr éxito profesional… solo entonces, quizá, pensar en formar una familia. Y si tienes hijos joven, el mensaje es brutal: “te arruinaste la vida”.
Pero ¿y si fuera todo lo contrario? ¿Y si el orden ideal fuera justo el opuesto al que nos han repetido tantas veces?
¿Por qué reflexionar sobre esto?
Te soy sincero: esta idea no me llegó porque haya visto amigos formando familias jóvenes y exitosas. De hecho, muchos de mis amigos ni tienen ni quieren tener hijos, en parte porque vieron lo difícil que puede ser criar a alguien en los veintes, y cuando llegan a los treinta los noto más cansados, menos ilusionados, incluso desmotivados para empezar una familia. Mientras tanto, los medios y las redes sociales no dejan de machacarnos: “Primero tú, después los demás”.
Esto me hizo detenerme y cuestionar: si una idea se vuelve tan popular y aparece en todos lados, ¿será que alguien la está empujando en la conciencia colectiva? No siempre es por nuestro bien. Muchas veces, es porque le conviene a un sistema, a una industria, o simplemente a la cultura dominante que tengamos ciertas prioridades y no otras. Cuando una creencia se hace demasiado “normal”, a mí me da por cuestionarla.
La narrativa dominante y sus consecuencias
Vivimos lo que Zygmunt Bauman llamó la “modernidad líquida”: nada es permanente, todo es temporal y el sentido de pertenencia se va diluyendo. Nos dicen que la vida es como un videojuego: primero crece tu personaje, luego puedes hacer equipo. Pero la verdad, nadie llega a los 30 o 35 con “todo resuelto”, con la experiencia y madurez que supuestamente necesitas antes de formar una familia. En realidad, lo común es llegar con cansancio emocional, dudas, soledad o la sensación de que pospusiste lo importante esperando un “momento perfecto” que nunca llega.
Veo a muchos contemporáneos que no han formado familia, no porque no quieran, sino porque el miedo, las dudas y el sobre-pensar los paralizan. La consecuencia es que a los 30 o 35 la energía o la ilusión se han ido, y la familia pasa a segundo plano o simplemente ya no ocurre.

Red de apoyo y comunidad: ¿Un lujo perdido?
Antes, tener hijos joven era lo más común. No solo por presión social, sino porque había una red: abuelos, tíos, vecinos. Si algo salía mal, no estabas solo. Hoy, esa red ha desaparecido. El individualismo y el sálvese quien pueda nos dejaron solos, y ahora mucha gente ve la familia como una carga, no como una oportunidad de crecer juntos.
¿De verdad tener hijos joven es un error? ¿O será que lo que nos han vendido es solo una forma de mantenernos ocupados en una carrera individual que muchas veces termina sintiéndose vacía?
Cambiar la jerarquía de prioridades
¿Qué pasaría si, en vez de obsesionarnos con tener éxito a los 20 o 30, nos enfocáramos primero en construir una red fuerte, en formar una familia cuando todavía tenemos energía y flexibilidad, en aprender a ser padres jóvenes (si es nuestro deseo) y en trabajar y crecer a partir de esa base? Imagina que llegas a los 40 con experiencia, madurez, y ahora tiempo y libertad, porque tus hijos ya son más independientes. Tienes la oportunidad de reinventarte, emprender, estudiar algo nuevo, o ser mentor de otros.
Quizá el sacrificio de juventud sea, en realidad, la mejor inversión de largo plazo. No solo en felicidad, sino en estabilidad, compañía y sentido de vida.
La realidad (y la excepción) también cuentan
No digo que sea fácil, ni para todos. La precariedad, la falta de apoyo social y el miedo al futuro son reales. Pero quienes logran construir una familia funcional joven —con apoyo de amigos, pareja, familia, comunidad— suelen tener una vida más acompañada, menos solitaria y un clímax personal y profesional más duradero. Y ojo, aunque no tengas familia biológica, puedes crear una “familia elegida”: rodearte de amigos, mentores, compañeros, hacer tribu. Lo importante es no quedarse solo.
Lo que dicen los sociólogos
Bauman decía que “en un mundo líquido, lo más revolucionario es comprometerse”. Eva Illouz explica que el miedo al compromiso y la obsesión con la independencia nos deja cada vez más aislados y deprimidos. No es casualidad que en los países más modernos la soledad sea epidemia. Quizá si cambiamos el orden de prioridades y apostamos por la red y la familia, la historia sería diferente.
¿Y si el mejor momento llega después?
No te sientas menos por no cumplir todas las metas “de moda” antes de los 30. No te compres la idea de que tener hijos joven, o formar una familia pronto, es fracasar. Si tienes la oportunidad y el deseo, puede ser el mayor regalo que te des.
La vida no es una lista de logros a velocidad máxima. Es una construcción de etapas, y a veces, la clave está en cambiar el orden de las prioridades: primero la red, y dejar que el verdadero clímax llegue en los 40, cuando tienes experiencia, tiempo y puedes compartir lo aprendido.
Quizá la vida auténtica, la más profunda y acompañada, apenas esté empezando. Depende de ti cómo la construyes.
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